La Seguridad Social registró en septiembre una media de 3.088.341 afiliados extranjeros, lo que supone un incremento del 7,1% respecto al año anterior, muy por encima del crecimiento general de la afiliación, que fue del 2,4%. En términos desestacionalizados, el número de cotizantes de origen extranjero alcanzó los 3.067.780, tras sumar más de 200.000 ocupados en los últimos doce meses.
El aumento de afiliados ha sido especialmente intenso en Asturias (+20,8%), Galicia (+14,8%) y Castilla y León (+13%), comunidades con una población más envejecida, donde el empleo extranjero está contribuyendo de manera decisiva a sostener el mercado laboral.
El 83,9% de los trabajadores foráneos están encuadrados en el Régimen General, con una fuerte presencia en sectores clave para la economía española. En Hostelería, representan casi uno de cada tres empleados (29,7%); en Agricultura, el 26,2%; y en Construcción, el 22,5%. También superan el 17% en Actividades Administrativas y en Transporte.
Además, la participación de trabajadores extranjeros crece en sectores cada vez más diversos: Transporte (+31,6%), Suministro de Agua (+14%), Comercio (+12,1%), Actividades Financieras (+8,3%) o Actividades Sanitarias (+7,3%), entre otros.
El número de autónomos extranjeros también marca un nuevo récord: 490.717 afiliados, un 6,8% más que hace un año, frente al incremento del 1,1% del conjunto de autónomos. Este avance es especialmente significativo en actividades altamente cualificadas, como Información y Comunicaciones (+27,9%), Suministro de Energía (+24,3%) y Actividades Profesionales, Científicas y Técnicas (+18,5%).
Por países, Marruecos se mantiene como el principal origen de los cotizantes extranjeros, con más de 350.000 afiliados, seguido de Rumanía (337.000) y Colombia (253.000). Las mujeres representan el 43,2% del total, con 1,33 millones de afiliadas.
La consolidación del empleo extranjero refleja su papel esencial en el mercado laboral español, tanto en sectores tradicionales como en los de mayor cualificación. Su contribución es clave para el equilibrio demográfico y el dinamismo de la economía, especialmente en comunidades con una población más envejecida y una creciente demanda de mano de obra.